jueves, 12 de julio de 2012

VAGUEDADES (2)



                                                    RECORDANDO:    GAUCHE DIVINE.

Oriol Regás
En España, avanzada ya la década de 1960 y proveniente de las vanguardias establecidas en el país vecino del norte; va tomando forma entre las clases acomodadas de la cosmopolita, fabril, pujante y burguesa ciudad de Barcelona, una corriente socio-cultural, heterogénea y aperturista. Intelectuales de distintas disciplinas artísticas. En un principio muy ligado a la Escuela de Barcelona, movimiento cinematográfico muy próximo a los conceptos de la Nouvelle Vague, imperante en Francia. Personas con inquietudes: emergen las editoriales, el teatro, la música de autor (nova canço), la moda, el diseño, la arquitectura, etc. Fue bautizada por el periodista Joan de Segarra como GAUCHE DIVINE. Eran gente de izquierdas, libres, no militantes; partidarios de la autogestión, enemigos de las subvenciones. Un estilo de vida, una forma de comportarse, de vestir: libertarios. Deseaban huir de aquellos convencionalismos centralistas en una España de larga posguerra. Era el hecho diferenciador frente a una cultura costumbrista, rancia y embutida de un chabacano folclore castizo y trasnochado, impuesta por el régimen autoritario. Amantes de la buena vida. Noctámbulos empedernidos. Dados a las tertulias y muy aficionados a las libaciones. Como en todo movimiento ciudadano tuvieron sus iconos. Destacado fue el hacer de un conocido empresario, impulsor y animador cultural: Oriol Regás. Viajero empedernido y avanzado importador de las tendencias en boga, tanto en París como en Londres. Sin citar nombres, como suceso popular que alcanza notoriedad, sería conveniente separar la paja del trigo -cierto es que hubo mucho figurante-, si bien, existe una larga e importante nómina de prestigio alumbrada en aquellos años.

Los Progres:  La respuesta.

J. P. Sartre 
Es posible que este modismo llegase a rebufo de los retales o restos del para entonces trasnochado existencialismo auspiciado por: Kierkegaard, Heidegger y acólitos como, Sartre, Camus, etc., aunque con retardo considerable y por otros cauces. Ocurre, que al contrario que aquellos, estos, se arrogan de todos los valores tangibles no haciéndole ascos a todo lo que ello encierra. Suelen refugiarse en una especie de cultura de ocasión; sectaria, contestaría y panfletera. Con enorme capacidad para  amparar todos los fracasos de una izquierda radical y perniciosa; creando a su vez una clientela paniguada de subvenciones, influencias y altanera. Sus créditos son sus privilegios. Son en  cierta manera los snob del s.XXI; de tendencia iconoclasta y selectiva, con matices marcadamente políticos. Es lo que Sartre definía -con conocimiento de causa-, proletarios de cuello duro.  Hoy, nuevamente, los vientos corren favorables para la causa; expectantes al nacimiento de cualquier insospechado movimiento vanguardista del que algunos puedan seguir apegados a la lactancia. Mientras tanto mantengámonos a la espera.