sábado, 29 de octubre de 2011

Carmen Rigalt ( y el Jovellanos).

Faltaba el vals de los príncipes.


El pasado día 23.10.11 en el diario El Mundo, en la crónica social dominical con la firma de C. Rigalt, aparecía bajo este titular su trabajo semanal. En el mismo hace una burda referencia a la entrega en el Teatro Campoamor de Oviedo (al que ella denomina Jovellanos). Confiado en que este retardo de la gauche divine barcelonesa quisiera envolvernos con su delicada e irónica estulticia, continué leyendo. Como es de su estilo cargó contra todo aquel que había asistido a tan caduca, cursi, rancia, pacata y carente de interés entrega de los Premios Príncipe de Asturias, incluyendo en tan retrogado evento a los miembros de la Casa Real. Añade la efervescente representante de la progresia, que ella jamás había asistido a tal ceremonia: a quién puede extrañar, con solo imaginar que se presenta a la cita en ciudad y lugar equivocados, nadie para recibirla y nadie a quien preguntar. En fin, sobre la crónica merece poco más, en su papel, repartiendo epítetos para todo asistente. Admito por mi parte, que siempre me pareció extraño, casi imposible, que esta señora no haya estado nominada para ministra de la “cosa” ya que reúne, inequívocamente, el perfil exacto y preferido por nuestro presidente de gobierno en funciones; máxime cuando en su domicilio –supongo también que hogar-, respira los efluvios que rezuman la esencia del puño y la rosa. Este paradigma trasnochado del “malasaña” madrileño; quizás ignota en el barrio de Salamanca (ella manifestó en mas de una ocasión su aversión al lujo y las joyas), puede que ahora su parroquia se encuentre en Chueca. Quiero poner en su favor que como intuía al principio de la crónica que nos ocupa, jugaba con hábil sutileza, con su bagaje intelectual y gran riqueza de sintaxis quería inducirnos al engaño. Me explicaré. Hace ya bastante tiempo persona próxima a mi, miembro de la directiva de una federación deportiva regional, me confesó –con gran sinceridad-, el trabajo que le había llevado discernir entre distintas categorías competitivas. Al fin, –me contaba- se había dado por enterado de que la categoría conocida como júnior en realidad se pronunciaba senior. Pues sí es verdad, la cronista, con habilidad, finalmente, nos llevo a su juego; realmente el Teatro Jovellanos de Gijón, fonéticamente se pronuncia Teatro Campoamor. En fin la cosa merece poco más. Como -todos y todas-, los culturetas sectarios desprecian lo que ignoran. Este fallido replicante de Umbral, sigue deleitándonos con sus dotes. Después de años de pescante en tareas periodísticas y ya con edad para pasear nietos, continúa en el punto de partida, en origen; nihilismo, es decir: nada. Poco puede zaherirte un provinciano como yo. Vos sos la cultura.

(autorizado por el autor) 

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