domingo, 9 de octubre de 2011

UNO DE LOS NUESTROS

MALOS TIEMPOS PARA LA LIRICA.

Viene esto a colación, a raíz de una entrevista publicada en este periódico el pasado 16.08.11, al nuevo titular de la orquesta Oviedo Filarmonía, Marzio Conti. En la misma, entre otras cosas, el entrevistado manifiesta su pesimismo por los derroteros que esta tomando la cultura en su país de origen. Tres días después estaba anunciado un concierto de la formación en la ovetense plaza de de la Catedral. Llegué a la plaza diez minutos antes del horario fijado para el comienzo. La primera impresión me resultó sorprendente. Jamás me había encontrado con una sinfónica dispuesta a bajar a la arena –en este caso al vetusto y descarnado enlosado de la plaza-. Todo aquel tinglado, con sencillez, con total proximidad; sin palcos, ni plateas; sin oropeles que distinguir. He de confesar que no puedo considerarme consumado melómano, aunque si gran aficionado a la buena música. El público asistente había desbordado las previsiones, a tenor del número de sillas instaladas. Busque un lugar desde donde tener buena perspectiva de visión y sonido.
La tarde veraniega prometía; el sonido amplificado en justa medida. ¡Sorpresa!, el director. Reconozco que en alguna ocasión lo había visto dirigir, nunca tan cercano. Con un porte deportivo, próximo a un elegante libero de la Fiorentina, equipo de su ciudad natal. En la tarima, ante el atril, ofrece la figura del antidivo: los modales, los movimientos. Ágil con la batuta, expresivo, sin exagerados aspavientos, incluso me atrevería decir: didáctico y legible para los neófitos.
Casi al tiempo de iniciarse el concierto, atacando la orquesta los primeros compases de la extraordinaria banda sonora compuesta por Nino Rota, para la película La Strada, del no menos F. Fellini; un Rolls Royce clásico, se desplaza sigilosamente, silenciosamente, por delante del pórtico de la Catedral. Sin saber porque, me imagine en su interior la figura glamurosa de Luchino Visconti, de incógnito, dejándose llevar por el fondo musical del gran Federico. La escena, al más puro estilo italiano parecía preparada, no se podía exigir más.
Apenas lleva dos meses entre nosotros –aunque cierto es que ya había dirigido en Oviedo con anterioridad-, parece que tiene claro donde se encuentra. Siente la sensibilidad de esta ciudad por la música. A tenor de lo que manifiesta, conoce de primera mano lo que a día de hoy se le niega al arte, por tanto, conoce como y en donde debe ganárselo. Tiene empatía, resulta próximo, díganme, que engolado y desmelenado director se dirige al público publicitando primero y loando después, apoyo para su orquesta: ¡Vengan a vernos, vengan a ver la orquesta de su ciudad!.
Apenas unos días después, concretamente, el 2 de septiembre, el maestro vuelve a sorprendernos logrando reunir por primera vez en concierto único, la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias) y Oviedo Filarmonía, consiguiendo unos resultados excelentes tanto artístico como de público. Existe simbiosis, demuestra compromiso, se identifica con la idiosincrasia carbayona. Cuidémoslo y cuidemos el entorno. Desconozco en profundidad quién integra la Fundación que sustenta este elenco, por el contrario, si reconozco el mérito importante, -impagable- de haber alcanzado el prestigio y respeto del que hoy goza esta formación. Espero y deseo que los tentáculos de los ineptos y bobalicones políticos de turno no tengan tentaciones de acabar con ello. Cientos, quizás miles de ovetenses con arraigo manifiesto por la música deberíamos apoyarla sin condiciones, ahora más que nunca. Yo me apunto.
Marzio Conti, grazie mille. Direttore

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